Resumen

Tras un evento o logro deportivo que demandó meses de preparación, muchos atletas refieren un “vacío” emocional, descenso del ánimo y caída de la motivación para continuar entrenando. Este fenómeno —popularmente llamado post-race/post-competition blues— combina factores biológicos (retirada brusca de carga, inflamación, disfunción del sueño), psicológicos (pérdida de propósito, “resaca” atencional) y sociales (fin de la narrativa colectiva), y puede afectar la adherencia al entrenamiento y la salud mental. Evidencia reciente en deportistas recreativos y literatura sobre salud mental en atletas de distintos niveles permite delinear mecanismos plausibles y estrategias de mitigación. Finalmente, se sintetiza la evidencia sobre desentrenamiento (detraining): la pérdida de capacidades aeróbicas, anaeróbicas y de fuerza cuando se interrumpe el estímulo.

Introducción

El entrenamiento para un objetivo competitivo estructura la vida diaria: fija metas, organiza hábitos y crea sentido de pertenencia. Al concluir el evento, desaparecen esos reforzadores. La literatura sugiere que la retirada abrupta de estímulos (volumen, intensidad, rituales del equipo) y la caída de la activación neurobiológica pueden precipitar síntomas depresivos leves a moderados (post-race blues), aún en atletas no profesionales. Un estudio cualitativo (2024) con corredores recreativos describió sentimientos de vacío, anhedonia y pérdida de propósito tras llegar a la meta, comparables a depresión leve-moderada, con oscilaciones en el bienestar emocional durante las semanas posteriores.

Paralelamente, la producción científica de la última década ha ido desmitificando la “invulnerabilidad” psicológica del atleta. Revisiones y posicionamientos señalan que los atletas —incluidos los de alto rendimiento— presentan riesgos comparables o superiores de ansiedad y depresión frente a no-atletas (por sobrecarga, lesiones, retiro, identidad, expectativas), lo que instala la necesidad de vigilancia y apoyo sistemático.

Mecanismos biopsicosociales propuestos

Biológicos. Tras eventos de resistencia, se observan alteraciones transitorias del sueño, fatiga central, inflamación y un brusco descenso del volumen de entrenamiento. El recorte repentino del estímulo aeróbico reduce el volumen plasmático y la eficiencia cardiorrespiratoria en días-semanas, contribuyendo a sensaciones de “pesadez” y bajo rendimiento que retroalimentan el ánimo bajo. Las revisiones clásicas de desentrenamiento muestran un descenso rápido del VO₂máx y del volumen sanguíneo en atletas entrenados durante las primeras 2–4 semanas sin estímulo.
PubMed

Psicológicos. Al desaparecer la meta que ocupó meses (el “norte”), sobreviene una disonancia entre la activación anticipatoria y la realidad pos-evento: menos dopamina contextual, menos estructura, y la percepción de “¿y ahora qué?”. Entrevistas con corredores recreativos describen precisamente esa paradoja emocional: logro objetivo, malestar subjetivo.
PMC

Sociales y de identidad. La reducción de interacción con pares/equipo y del reconocimiento externo puede desorganizar rutinas y sentido de pertenencia, algo que programas universitarios (p. ej., Athletes Connected, Univ. de Michigan) han abordado con intervenciones psicoeducativas y de apoyo entre pares.
depressioncenter.org

Efecto en adherencia y continuidad del entrenamiento

El “bajón” poscompetitivo tiende a reducir la intención de retomar cargas planificadas, especialmente si se combina con microlesiones o síntomas de fatiga acumulada. En la práctica, semanas con menor adherencia facilitan la cascada de desentrenamiento: peor “sensación de piernas”, peor sueño, menos motivación, y así sucesivamente. Organizaciones como el America…