El compañero de entrenamiento se erige como un factor crucial en la optimización del rendimiento físico y en la adherencia a los programas de ejercicio, no solo por la motivación intrínseca que genera, sino también por las complejas interacciones que surgen en los ámbitos físico, fisiológico, psicológico y sociológico. En el plano físico, el ejercicio en pareja facilita la mejora de la capacidad de trabajo, al introducir un componente de competitividad amistosa que estimula al individuo a alcanzar mayores niveles de intensidad (Anderson et al., 2023). Fisiológicamente, entrenar con un compañero fomenta la liberación de endorfinas, lo cual reduce la percepción del dolor y la fatiga, incrementando así la tolerancia al esfuerzo y mejorando la resistencia cardiovascular (Morris & Tan, 2023).

Desde una perspectiva psicológica, el entrenamiento en pareja o grupo genera un refuerzo positivo derivado de la camaradería, lo cual potencia la motivación extrínseca y promueve la constancia. Se ha comprobado que las relaciones interpersonales dentro del ejercicio influyen directamente en la autorregulación emocional y en la reducción de los niveles de ansiedad y depresión (Smith & Roberts, 2022). A nivel sociológico, la existencia de una comunidad, aunque sea compuesta por solo dos individuos, promueve el sentido de pertenencia y la responsabilidad compartida. Esto crea una dinámica en la que cada uno de los participantes se siente no solo comprometido con su propio progreso, sino también con el bienestar del otro (Brown & Lopez, 2023).

El hecho de llamarse previo a los entrenamientos y demostrar un interés activo en el proceso del otro fortalece los lazos interpersonales, facilitando el desarrollo de una cultura de apoyo mutuo. Este acompañamiento genera un entorno donde el individuo no solo busca superarse, sino también potenciar al compañero, lo que refuerza la idea de un crecimiento conjunto en términos de salud y bienestar.

Formularse objetivos similares y ajustarlos conforme avanzan los entrenamientos refuerza la sinergia entre compañeros, creando una interdependencia positiva donde ambos progresan hacia metas compartidas. Esta armonización no solo potencia el rendimiento individual, sino que también fortalece los lazos emocionales, generando un sentido de propósito colectivo que inspira a seguir adelante, juntos, frente a cualquier adversidad.

Mag. Sergio Furlan

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