Correr, ya sea en trail o en running, suele comenzar como una experiencia llena de motivación y pasión. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta actividad puede transformarse en una fuente de agotamiento físico y psicológico. Este desgaste no es exclusivo del deporte; también ocurre en otras áreas de la vida, como el trabajo o el entrenamiento diario. El reto está en saber identificar los límites antes de que la fatiga mental y emocional supere los beneficios.


A nivel fisiológico, el cuerpo puede verse afectado por la acumulación de fatiga muscular y una sobrecarga en el sistema nervioso simpático. La respuesta hormonal ante el estrés, específicamente el aumento crónico del cortisol, disminuye la capacidad de recuperación del cuerpo y afecta el equilibrio metabólico. Estudios recientes señalan que la sobreexposición al estrés en corredores puede reducir el rendimiento físico y aumentar el riesgo de lesiones (Smith & Jones, 2022).

En el ámbito psicológico, la teoría del «burnout emocional» se aplica de forma creciente al deporte, especialmente en disciplinas como el running y el trail. Un estudio de reciente publicación destaca cómo la repetición de competencias genera ansiedad y agotamiento mental en corredores no profesionales, llevándolos a un estado de desmotivación constante (Martínez et al., 2023). Este proceso, que antes generaba adrenalina y entusiasmo, puede convertirse en un ciclo de ansiedad y desgaste.

Desde un enfoque filosófico, este agotamiento refleja lo que se ha denominado «fatiga existencial», un estado en el que las actividades repetitivas pierden su sentido y propósito. Estudios recientes señalan que los corredores que no encuentran nuevos objetivos o formas de reinventar su experiencia deportiva son más propensos a sufrir desgaste psicológico (González & López, 2022).

Este fenómeno puede extrapolarse a otras actividades humanas. El trabajo, el entrenamiento e incluso los proyectos personales pueden perder su significado si no se gestionan adecuadamente los tiempos de descanso y renovación. La clave está en identificar cuándo una actividad comienza a generar más ansiedad que satisfacción, y tomar medidas para restaurar el equilibrio entre el esfuerzo y el disfrute.

Finalmente, reconocer los signos de agotamiento es crucial para mantener la pasión en cualquier actividad. Al igual que en el deporte, es esencial establecer límites y encontrar formas de revitalizar la experiencia antes de que se convierta en una fuente de fatiga y estrés. Mantener la motivación y el propósito es el camino para evitar que el placer se convierta en rutina y desgaste.

Mag. Sergio Furlan

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