A lo largo de la historia, la actividad física ha evolucionado con innovaciones significativas, pero siempre ha mantenido un pilar central: la simplicidad de los movimientos básicos. Desde los inicios de la gimnasia en la Grecia clásica hasta el desarrollo del levantamiento olímpico de pesas, los ejercicios fundamentales han demostrado ser los más efectivos para mejorar la fuerza, la resistencia y la movilidad (Zatsiorsky & Kraemer, 2022). Sin embargo, en los últimos años, la industria del fitness ha sido invadida por tendencias de marketing que promueven la necesidad de realizar ejercicios «originales» o «extraños» para captar la atención de los consumidores.
Esta proliferación de rutinas exóticas, muchas veces carentes de respaldo científico, ha generado confusión entre los practicantes, que creen que su entrenamiento no es válido si no incluye elementos novedosos o inusuales (Teixeira et al., 2021). No obstante, estudios recientes han confirmado que los ejercicios básicos como las sentadillas o el press de banca siguen siendo más eficientes para desarrollar fuerza y condición física que muchas de las nuevas propuestas funcionales sin sustento científico (Ronnestad et al., 2021).
El marketing, aunque es una disciplina extremadamente valiosa, ha contribuido a distorsionar la percepción de lo que realmente constituye un entrenamiento efectivo. La moda de ejercicios extraños, promovidos como “innovadores”, crea la falsa impresión de que lo básico es insuficiente, cuando, en realidad, los movimientos tradicionales continúan siendo los más efectivos para el desarrollo físico integral.
El equilibrio entre la innovación y la evidencia científica es esencial. El empirismo sin fundamento puede generar métodos poco efectivos, mientras que la ciencia ofrece la base sólida que debería guiar el entrenamiento. En última instancia, la decisión recae en el consumidor.
Mag. Sergio Furlan
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