El deporte competitivo no solo exige un rendimiento físico óptimo, sino que también conlleva un alto impacto emocional y psicológico. Las tres angustias que suelen experimentar los deportistas –la previa a competir, la al finalizar una competencia, y la de decidir entrenar para un gran objetivo– están profundamente ligadas a la interacción entre la percepción del desafío y los recursos psicológicos del individuo.

Angustia previa a competir
Este estado, conocido como ansiedad precompetitiva, está ampliamente documentado en la literatura deportiva. Según un estudio de Hanton et al. (2008), esta angustia se relaciona con la anticipación del desempeño, el miedo al fracaso y la presión por cumplir expectativas externas e internas. El aumento en los niveles de cortisol y adrenalina genera una respuesta de «lucha o huida», que si bien puede ser adaptativa en niveles moderados, en exceso afecta negativamente el rendimiento y la toma de decisiones.

Angustia al finalizar la competencia y haberlo logrado
Contrariamente a la euforia esperada, muchos deportistas experimentan un vacío emocional tras alcanzar sus metas. Este fenómeno, descrito por Blom et al. (2010) como «estrés postéxito», surge de la pérdida temporal de propósito y del agotamiento emocional asociado al esfuerzo prolongado. El cerebro, al reducir los niveles de dopamina y endorfinas después del logro, genera una sensación de desconexión o insatisfacción pasajera.

Angustia de decidir entrenar para un gran objetivo
Esta decisión involucra un análisis cognitivo de los costos y beneficios. Según Vallerand (2012), el conflicto entre el compromiso necesario y los sacrificios personales genera estrés. El temor al fracaso y la incertidumbre sobre la capacidad de cumplir las demandas físicas y mentales contribuyen a este estado angustiante, especialmente cuando el objetivo es altamente significativo.

Estas tres angustias, aunque desafiantes, pueden ser gestionadas eficazmente con el apoyo adecuado. En este sentido, el entrenador desempeña un papel crucial no solo como guía técnico, sino también como contenedor emocional. Su capacidad para comprender las dinámicas emocionales, reforzar la confianza y ofrecer una perspectiva equilibrada se convierte en un factor clave para el bienestar del deportista y el equipo. El entrenador actúa como puente entre la motivación interna y los objetivos externos, favoreciendo la resiliencia, la cohesión grupal y el éxito sostenido.

Mg. Sergio Furlan
www.sergiofurlan.com
TeamAventura 2025

Referencias

Hanton, S., Neil, R., & Mellalieu, S. D. (2008). Recent developments in competitive anxiety direction and competition stress research. International Review of Sport and Exercise Psychology, 1(1), 45-57.
Blom, L. C., Hardy, C. J., & Burke, K. L. (2010). Post-competition emotional adjustment and performance feedback. Journal of Applied Sport Psychology, 22(3), 265-281.
Vallerand, R. J. (2012). The role of passion in sustainable psychological well-being. Psychology of Well-Being, 2(1), 1-21.

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