En el camino hacia una meta deportiva, el acto de agendar los días y horarios de entrenamiento es tan esencial como sembrar las semillas en el campo para una cosecha futura. Tal como el agricultor confía en que el tiempo y el cuidado constante darán frutos, el atleta debe nutrir su cuerpo y mente con sesiones planificadas y regulares de ejercicio.
Investigaciones muestran que el compromiso con una rutina es un factor determinante en el éxito deportivo. Según Ericsson et al. (1993), el desarrollo de una habilidad sobresaliente requiere práctica deliberada, que solo es posible con una planificación adecuada. Al agendar los entrenamientos, el individuo no solo prioriza el ejercicio, sino que también crea una estructura mental que refuerza su propósito.
Como un reloj que marca el ritmo de la vida diaria, los entrenamientos programados permiten que la consistencia sea el motor del progreso. Por otro lado, McGonigal (2011) sugiere que “la fuerza de voluntad se fortalece cuando está alineada con una rutina clara”. El acto de bloquear tiempo en la agenda es una promesa silenciosa de avanzar, paso a paso, hacia el logro personal, transformando cada sesión en una pequeña victoria hacia la meta final.
La diferencia entre quienes se entrenan en un gimnasio y quienes lo hacen en un equipo de running radica, principalmente, en la relación grupal y la naturaleza de los desafíos. El gimnasio ofrece un entorno más controlado, mientras que el running en equipo propone una experiencia compartida al aire libre, donde cada carrera se convierte en una metáfora del camino hacia el éxito personal y colectivo. Según Sergio Furlan, “las personas nos eligen porque sienten que entrenar es parte de una experiencia de vida, y no simplemente un momento aislado”. En un equipo de running, cada miembro se motiva con el progreso del otro, creando un ciclo de superación continua, algo que puede ser menos evidente en la práctica solitaria del gimnasio. Esta diferencia en la dinámica impacta tanto en la constancia como en la percepción del esfuerzo, ya que “el entorno y el grupo no solo influyen, sino que determinan en gran medida la permanencia y el éxito” (Furlan, 2023). Ambos contextos tienen su valor, pero en el running, la cohesión del equipo y el apoyo mutuo son elementos clave para la perseverancia y la mejora continua.
Referencias
Ericsson, K. A., Krampe, R. T., & Tesch-Römer, C. (1993). The role of deliberate practice in the acquisition of expert performance. Psychological Review, 100(3), 363–406.
Furlan, S. (2023). Experiencia en movimiento: Más que entrenar, es vivir.
McGonigal, K. (2011). The Willpower Instinct: How Self-Control Works, Why It Matters, and What You Can Do to Get More of It. Penguin.
Mg. Sergio Furlan
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